“Pero ¿qué voy a decir yo de la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas, mirarle, y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de la Poesía. Eso déjaselo a los críticos y profesores. Pero ni tú ni yo ni ningún poeta sabemos lo que es la Poesía.” (Federico García Lorca)

Ni restaurante, ni oficinas. Ni torres, ni blancas. Poco queda ya en la planta número 22 de Torres Blancas, uno de los edificios más revolucionarios construidos en Madrid por Sáenz de Oiza en la década de los 60. A día de hoy la planta 22 es un “no lugar” donde las relaciones entre espacio y tiempo han determinado la forma de habitar, sentir, percibir y experimentar este lugar. Dicha planta, la más extensa de todo el edificio, nos habla de lo efímero y eventual... del tránsito, de la decadencia, del tiempo. De lo que pudo ser y no fue y de lo que es. Aún en su irrefrenable declive esta planta se impone sobre las demás con una abrumadora belleza y unos espacios descomunales.

La mejor forma de entender Torres Blancas es hacerlo como lo que es, una obra de arte, desde la poesía. Vivienda de jardín en altura, un encargo sin limitaciones económicas. Hay algo que revela la planta 22, que esconden el resto de plantas del edificio. El resto de plantas que normalmente se dividen en unos cuatro pisos, nos ocultan la verdadera pureza de la arquitectura mediante muebles, electrodomésticos, objetos decorativos y otros utensilios de la vida cotidiana que se acoplan sobre paredes, suelos y techos. La planta 22 sin embargo, se impone sobre estos obstáculos y se desnuda ante nosotros con sus formas, sus curvas, su luz cambiante que no cesa, que brilla, ofreciendo un espectáculo de luces y sombras incesante en su eterno declive. Por ello, más allá del esfuerzo y resoluciones teóricas de arquitectos e ingenieros, hay algo más innato que nos regala Torres Blancas. Estética y poética.

Torres blancas es un golpe al sistema, un viaje a otro planeta, a un territorio desconocido. Es una obra donde el arquetipo parece ser la cueva, donde los movimientos sinuosos de sus formas y recorridos nos traen a la mente las obras de Gaudí. Torres Blancas es un encuentro del hombre con un material, tan intenso y sólido como es el hormigón, pero también es el lugar donde se instala la naturaleza sin dejar de ser urbano, Torres Blancas vive la intensidad creada por un complejo estado intermedio, entre no ser ya ciudad, pero tampoco estar fuera de ella.

- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
- MJBUENO -
-
Facebook Twitter Instagram share